miércoles, 22 de abril de 2009

LOS HUASOS QUINCHEROS

Por Teresa Gurza
Los famosos cantantes chilenos conocidos como los Huasos Quincheros, acaban de formar un espectáculo, que es a la vez un concierto de homenaje a 14 grandes estrellas internacionales de la música popular con los que alguna vez compartieron escenario, como los mexicanos Pedro Vargas, Luis Miguel, Armando Manzanero y Los Panchos.

Los otros homenajeados son el chileno Lucho Gatica, los españoles Rafael, Julio Iglesias, Nino Bravo, José Luis Perales, el dominicano Juan Luis Guerra, los franco-españoles gitanos Gipsy Kings, el argentino Carlos Gardel y el francés Charles Aznavour.
Los Huasos Quincheros nacieron como grupo artístico en 1937; como resultado de la afición por cantar de cuatro amigos universitarios, y de su inquietud porque no se perdieran las canciones auténticas del campo chileno.
Su nombre deriva del que acá se da a los campesinos, "huasos"; y a los lugares que en jardines y patios se destinan a la convivencia familiar y a compartir con amigos los típicos asados del verano y la primavera austral, "quinchos"; y son especialistas en canciones campesinas y románticas.
A lo largo de sus más de siete décadas de existencia, el grupo ha tenido diferentes integrantes debido a los fallecimientos de algunos de los Huasos originales; pero el conjunto ha permanecido en el tiempo.
Casi todos los Quincheros han sido, además de cantantes, ingenieros o abogados; y amén de dedicarse a sus respectivas profesiones, constituyen el grupo artístico chileno que ha grabado más discos, conseguido las mayores ventas y viajado a más países.
Así, han llevado la música campesina chilena y los boleros mexicanos, por varias ciudades de Europa, Asia, Oceanía y por supuesto toda América.
Han estado tres veces en Japón y una en el Vaticano; realizaron una gira de dos meses por la antigua Unión Soviética; se han presentado en teatros y recintos de más de 70 países, entre ellos el Metropolitan y el Bolshoi; y en lugares tan diversos como la Antártica, la última travesía del Queen Mary I, o la inauguración de Mundial de Futbol de Alemania 1974.
En todas partes han recibido premios y distinciones; con decirles que fueron nominados por la UNESCO y la OEA, como el más importante grupo musical de las Américas.
Y han actuado ante gente tan diversa como Charles de Gaulle, el Aga Kahn, lord Mountbatten, Juan Pablo II y la reina Isabel de Inglaterra; y compartido escenario además de con los cantantes ya nombrados, con Nana Mouskuori, Louis Armstrong, y Plácido Domingo.
Siempre, dicen ellos, apelando a canciones inolvidables, evocadoras, plenamente consagradas en la memoria musical de Chile y otros países de habla hispana; o a melodías como la tonada y la cueca, en la que resalta la visión de la vida y la tradicional picardía del campo chileno.
Los actuales miembros del conjunto son Benjamín Mackenna, Antonio Antonich, Ricardo Videla y Patricio Reyes.
A mi esposo y a mí nos encantan y tratamos de ir a cuanto concierto dan en Santiago, la capital chilena; en los que aparecen guapos, bien vestidos y engominados.
Si se trata de interpretar música folklórica o del campo, usan la típica vestimenta del huaso; por cierto, bastante parecida a la de nuestros charros pero muchísimo más austera; y salen de corbata y traje, si van a cantar boleros o música romántica.
Me encanta también, que siempre rindan homenaje a Luis Miguel y muchas veces a Pedro Vargas.
Otra de sus características, es que al final de cada concierto entonan entre aclamaciones y risas del público El Patito, canción a la que incorporan con mucha gracia los acontecimientos políticos de la actualidad; lo malo es que siempre son claramente a favor de las personalidades más conservadoras y de los partidos de la derecha chilena; y en ocasiones, contra algunos representantes de la izquierda mundial como Hugo Chávez.
Eso les ha restado simpatías entre algunos sectores; y provocó que en febrero de 1973, pocos meses antes del golpe militar que derrocó a Salvador Allende, tuvieran que soportar durante su actuación en el Festival de la Canción de Viña del Mar, burlas y silbidos de una parte del público, mientras otros los aplaudían; lo que causó según diarios de la época, una batalla campal.
Pero todos, sean de izquierda o de derecha, reconocen su alegría y buen humor; la calidad de sus guitarras y de sus voces, en las que siempre destaca un solista que se va turnando; y su enorme esfuerzo por investigar, preservar y difundir la música popular.
Seguramente que usted lector o lectora ha oído y se ha emocionado, con algunas de sus creaciones como Nosotros; El Corralero; Si vas para Chile; o Cuando vuelvas a casa.
Si no lo ha hecho, cómprelas, se las recomiendo.

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