domingo, 30 de mayo de 2010

¿Por qué mataron a Manuel Buendía?

* Recordando al Gran maestro del periodismo en México
* Este domingo 30 de mayo del 2010, cumple 26 años de haber sido asesinado

Por Ernesto Vera
MEXICO D.F.- Este domingo 30 de mayo, cumple 26 años de aquel fatídico asesinato, del maestro y periodista, Manuel Buendía, cuya columna Red Privada en el diario Excelsior era la más leída en la prensa de ese país. Fue baleado en la avenida Insurgentes de Ciudad de México, aquella tarde de 1984, cuando camina cerca del edificio donde tenía su oficina, ante decenas de testigos y en pleno día. Tanta ha sido la repercusión de aquel crimen que sus colegas conmemoran anualmente la fecha y a ese día muchos lo consideran como el verdadero que representa la libertad de prensa en tierra azteca.
Los temas fundamentales sobre lo que escribía en esa etapa Buendía tenían como base la denuncia de la ultraderecha mexicana y los vínculos que esta tenía con la CIA y la gusanera de Miami. En un libro póstumo titulado La ultraderecha en México, donde fueron seleccionados y reproducidos decenas de artículos escritos por él y publicados hasta seis días antes de su muerte, hay varios en los que se refiere a hechos de terrorismo realizados por elementos de origen cubano residentes en Miami, especialmente en territorio mexicano o contra instalaciones de ese país en el extranjero. De esos trabajos haremos algunos breves resúmenes que ilustran al respecto.
En nota publicada en el diario El Día el 4 de octubre de 1972, denuncia como desde Miami se dirigen al gobierno mexicano para pedir la excarcelación de dos asesinos que ultimaron en México al escritor español radicado en ese país, José Almoina Mateos. El crimen había ocurrido en 1960 y los asesinos (Francisco Manuel Quintana Valdés, alias Manuel Ramos Valdés, y alias Frank Quintana así como Servando Molina Fernández, alias Dionisio García Mendieta y alias Artemio Servando Molina) fueron condenados a cuarenta años de cárcel. En el juicio se probó que los dos fueron contratados por el dictador Trujillo para asesinar al mencionado escritor, debido a que este había escrito un libro titulado Víacrucis de un Pueblo , donde narraba la terrible situación en tiempo del chacal del Caribe. Dos párrafos del artículo son reveladores: "Cada una de las peticiones de indulto viene firmada por dos gusanillos una de ellas atrae especialmente la atención porque aparece nombre, firma y dirección de un conocido nuestro, Henry Agüero Garcés. Con esa mentalidad que distingue al crimen organizado de los Estados Unidos, cuando los grupos extremistas de derecha en México decidieron dar un escarmiento a El Día, importaron a un pistolero. Henry Agüero Garcés vino precisamente de Miami con dos granadas en su equipaje. Uno de estos explosivos lo lanzó al interior de nuestro edificio. estuvo unos meses preso en Lecumberri y ahí volvió a saludar -indudablemente se conocían ya, por identidad y oficio - a Manuel Quintana Valdés. La campaña pro indulto de Quintana revela que existe un dispositivo operacional que lo mismo sirve para ejecutar crímenes sobre pedido que para emprender acciones políticas difamatorias contra México, sus instituciones y aún su gobierno". Como puede apreciarse Buendía denuncia la relación entre Quintana, asesino del escritor Almoina, y el que hizo el atentado contra el diario El Día, Agüero, después desde Miami firmante de la petición de excarcelación del primero. Es decir, simples criminales a sueldo mal vestidos con ropajes de "luchadores por la libertad".
Otra denuncia de Buendía fue un artículo publicado en el diario El Sol de México el 15 de mayo de 1978, donde hace varias referencias a hechos terroristas perpetrados por elementos vinculados a la mafia miamense. Así es reflejado en parte del texto que reproducimos: " Por ejemplo, en julio de 1977 una fulminante acción del Licenciado Jesús Reyes Heroles, secretario de Gobernación, desbarató el proyecto de una vasta conjura que incluía la colocación de bombas, el secuestro de un hijo de Fidel Velásquez, el apoderamiento de un avión de pasajeros y la excarcelación del cubano Orestes Ruiz Hernández, preso por el asesinato de un funcionario consular de Cuba, homicidio perpetrado en Mérida, en julio de 1976, de esta frustrada intentona fue responsable el "Comando de Organizaciones Revolucionarios Unidas " (CORU), que dirige el pediatra y asesino profesional Orlando Bosch actualmente preso en Venezuela por el atentado a un avión de Cubana de Aviación que costó la vida a 73 personas, en octubre de 1976" .
"(Por lo menos dos de los mejores agentes de Bosch están siendo procesados en Washington por el asesinato de Letelier desde que investigaciones de la prensa norteamericana exhibieron los entretelones de la invasión de Bahía de Cochinos, nadie puede ignorar la vinculación que el grupo de Orlando Bosch, como casi todos los demás que integran la gusanera de Miami, tuvo y mantiene con la CIA )".
"Unas veces son las bombas en los consulados de México - han estallado en nuestras oficinas de Los Ángeles, San Francisco y Nueva York -; otras, los operativos más audaces y agresivos como el de julio de 1976; otras, en fin, se realizan en alianza con los grupos fascistas locales, como aquella ominosa concentración de jóvenes hitlerianos en Los Remedios, cuando un presidente mexicano visitó a Cuba". En el artículo el autor se refiere también a varios atentados de los que son sospechosos terroristas provenientes de Miami.
De un extenso trabajo de Buendía en Excelsior, publicado el 6 de agosto de 1982, extraemos lo siguiente: "Los núcleos terroristas - "Alpha 66" entre ellos - habían sido integrados en el Comando de Organizaciones Revolucionarias Unidas (CORU) durante una convención. convocada por un importante oficial de la CIA , Lawrence Sternfield. En octubre de 1978, Red Privada dio a conocer identidad y actividades de Sternfield quien a la sazón ya había sido nombrado jefe de la CIA en México. Sternfield fue el brazo derecho de George Bush, ahora vicepresidente de Estados Unidos, durante el tiempo que se desempeñó como director general de la CIA ".
Más adelante, el 14 de octubre de 1982 una nota de Buendía en Excelsior revela: "Según se expuso ayer, "los archivos periodísticos muestran que efectivamente hay una conexión tan gruesa como una tubo de albañal, entre las extremas derechas de ambos países", México y Estados Unidos, y: "Esto incluye una alianza entre grupos paramilitares y terroristas, cuyo fin permanente ha sido provocar la violencia en México. También se describió cómo la tubería subterránea comunica a los más extraños personajes y organizaciones diversas, de suerte que ya sea por línea directa o por medio de "Estación de rebombeo" - como si se tratara de una red de gasoducto - se hayan enlazados el Ku Klux Klan y la John Birch Society con los grupos terroristas de la extrema derecha asentados en la Universidad de Guadalajara, o los desalmados matones de Alpha 66 en Miami, con nuestro seráfico Opus Dei, la Coparmex y la cúpula del Concejo Coordinador Empresarial".
Si algunos de los párrafos seleccionados de los artículos de Manuel Buendía dan señales inequívocas de los vínculos de los elementos terroristas de origen cubano asentados en Miami, un libro publicado por el hermano del periodista asesinado ofrece datos e informaciones como pruebas del motivo principal que decidió el crimen y los implicados en esa acción. Ángel Buendía afirma en su libro titulado Mi Testimonio, publicado en 1999, que la razón fundamental del crimen fue el conocimiento que había logrado obtener su hermano Manuel sobre las vinculaciones de algunas autoridades y narcotraficantes mexicanos sobre la operación ilegal del gobierno estadounidense destinada a entregar armas a la contra nicaragüense. Para él, no basta que haya sido sancionado José Antonio Zorrilla, quien era jefe de la policía federal, sino que había otras autoridades culpables del más alto nivel y capos de la mafia de la droga también implicados en el crimen. Así evitaron la denuncia que se disponía a hacer Manuel Buendía. Sin duda alguna un año después habría estado entre los señalados alguien "fugado" de una cárcel caraqueña que con los más variados pasaporte y nombres, no podía evitar un rostro en el que se reflejan más crímenes que años, el siempre agente de la CIA Luis Posada Carriles.
En la página final de ese libro hay un último párrafo de Ángel Buendía que dice lo siguiente: "Finalmente la pregunta obligada: ¿Por qué en Estados Unidos a la distancia de más de quince años, el caso Manuel Buendía sigue siendo un secreto de Estado y caso de seguridad nacional?" A ello habría que agregar los siete años de silencio transcurridos después de la edición del libro.

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