sábado, 22 de octubre de 2011

Adios a Chile

Por Teresa Gurza
Este será mi último artículo desde Chile, donde pasé los diez más felices años de mi vida.

Viví a una hora de Santiago en el rancho de mi esposo Matías; con las vistas magníficas de la Cordillera de los Andes, por un lado; y de la Cordillera de la Costa, por el otro.
 
Chile es un país precioso y moderno y sobre todo muy seguro y su gente es muy amable.
 
 El rancho está ubicado en Polpaico, un pueblito distante de Santiago una hora en coche, rumbo al norte; es un lugar hermosísimo y lleno de frutales y flores, un verdadero paraíso terrenal; donde por cierto, no faltaba la culebra.
 
A los chilenos les gusta mucho México, su música, sus películas y telenovelas; y dondequiera que dije que soy mexicana, siempre hubo una frase cariñosa.
 
Recibí mucho amor y me voy triste por la muerte de Matías, pero contenta y tranquila porque pude estar con él hasta el final de su vida; y porque sus cenizas fueron esparcidas en un vallecito que le encantaba y está en lo más alto de una imponente y altísima montaña de la Cordillera de la Costa, que es parte del rancho y que tiene hasta un arroyito.
 
Lo llevaron ahí en 13 horas a caballo, Maucito su nieto consentido y dos huasos, como se llama por acá a los campesinos.
 
De modo que es parte ya y para siempre, del campo chileno que tanto amó y tanto echó de menos en los 25 años que estuvo fuera de su patria.
 
Desde el punto de vista periodístico mi estancia fue gratificante y muy interesante.
 
Mandé artículos sobre la belleza única del paisaje chileno; con su campo de flores bordado como dice su Himno; su impactante cordillera; su mar helado y sus playas frescas y llenas de roqueríos y algas comestibles muy ricas; y los maravillosos fiordos y ventisqueros que confío duren mucho, y no se los acabe el calentamiento global.
 
Los viajes que hicimos a lo largo de Chile,  me permitieron constatar todas sus bellezas; y saborear su gastronomía que aunque no es tan abundante como la nuestra, incluye  mariscos y pescados de aguas frías que yo no había probado.
 
Llevada por Matías, conocí y escribí sobre los campos de hielo eternos en el sur, la Tierra del Fuego en el fin del continente americano, y las flores del desierto de Atacama que pese a ser el más seco y árido del mundo, florece cada cuatro o cinco años si se dan las condiciones de humedad requeridas; y se vuelve un maravilloso milagro de la naturaleza.
 
Escribí sobre las costumbres de los diferentes grupos étnicos; que entre otras tradiciones hacen que sus niños nazcan en agua tibia, calientitos y de forma natural para evitarles el stress; y les hablan a las medicinas y a los cuerpos que las van a recibir, para que se enteren de lo que sucede y el remedio surta mejor efecto.
 
Y también acerca del emotivo regreso de varios indios alacalufes que fueron robados y llevados a Europa para ser exhibidos como rarezas; murieron allá y durante casi siglo y medio estuvieron en un cajón de un museo universitario, hasta que unos periodistas chilenos los detectaron y avisaron al gobierno que mandó por ellos a varios de sus descendientes y fueron repatriados y depositados en la cueva de una de las tres mil islas chilenas.
 
 Escribí de animales que no conocía y me encantaron, como lobos de mar, ballenas y pingüinos.
 
De política y hechos noticiosos como de la entrega de la presidencia que hizo Ricardo Lagos a la primera y hasta ahora única mujer presidenta del país, Michelle Bachelet; y del cambio de Bachelet, al primer presidente de derecha en 20 años, Sebastián Piñera.
 
Y por supuesto, del espantoso terremoto de más de nueve grados ocurrido el 27 de febrero del 2010; de sus secuelas y réplicas y de la difícil y costosa reconstrucción.
 
La réplica más fuerte sucedió pocos días después, justo en el momento de la toma de posesión de Piñera, ante asustados presidentes y representantes de gobiernos amigos, como el príncipe español Felipe de Borbón, que miraban aterrados las lámparas y paredes del salón del Congreso.
 
Escribí del emocionante rescate de los 33 mineros atrapados a 700 metros de profundidad en la Mina San José; rescate que asombró a Chile y al mundo por su perfección.
 
Del movimiento estudiantil y sus actores principales, encabezados por Camila Vallejo; y de muchísimos asuntos más.
 
Ahora regreso a México acompañada del recuerdo de Matías; y del cariño de su familia, hijos, hermanos y nietos, de sus amigos y de sus trabajadores; a todo…GRACIAS MUCHAS GRACIAS…

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