viernes, 17 de agosto de 2012

Palco de Prensa: Las fuerzas políticas

Por Gilberto Lavenant
El sistema político mexicano, aunque formal o legalmente hablando se maneja bajo el concepto de democracia, se sabe perfectamente que realmente opera como una partidocracia. Esto es, la vida nacional se maneja y manipula, en base a los intereses de los diversos partidos políticos.
Se ha advertido que México no avanzará, económica y socialmente, si no se aprueban las reformas estructurales, o sea, se crean o modifican las leyes relativas a temas como el energético y el laboral, fundamentalmente. Los empresarios reclaman el derecho a participar en el tema de la explotación de los recursos energéticos, que actualmente es un monopolio público en manos de Pemex y que consideran podría ser un negocio lucrativo para ellos. En cuanto al tema laboral, los empresarios reclaman reformas de fondo a la legislación correspondiente, que frene o limite el poder de las organizaciones sindicales, que acabe con el proteccionismo hacia los trabajadores y se establezca flexibilidad en las relaciones obrero patronales. Las llamadas reformas estructurales, no han sido aprobadas, básicamente porque ningún partido ha logrado tener mayoría absoluta en el Congreso de la Unión, de forma tal que unos proponen y otros contraponen. Cuantiosos recursos, se han desperdiciado en discusiones estériles. Las discusiones no han pasado del terreno periodístico o del mediático político. A la hora de la toma de decisiones, la suma de los votos favorables, no son suficientes para aprobar las reformas estructurales reclamadas. Se pretendía, y se presumía, que en la integración del Congreso de la Unión, un sólo partido lograra la anhelada mayoría absoluta, para que las cosas avanzaran en un sentido. Para bien, o para mal, a la hora del reparto de posiciones en las Cámaras de Senadores y de Diputados Federales, las sumas resultaron decepcionantes. Nadie, absolutamente nadie, logró la mayoría anhelada. Así lo indica la información difundida estos días por el Instituto Federal Electoral. De las 500 diputaciones federales, 208 serán del PRI, 114 del PAN, 100 del PRD, 33 del PVEM, 19 del Partido del Trabajo, 16 del Movimiento Ciudadano y 10 del Panal. Ni siquiera considerando la posibilidad de integrar bloques políticos, se lograría la mayoría absoluta. Por ejemplo, un bloque integrado por el PRI, PVEM y Panal, sumaría 251 diputados. Apenas la mayoría simple, consistente en el 50% más 1. El problema, o el riesgo, es el ausentismo legislativo. Son muy frecuentes las ausencias de los legisladores y esa endeble mayoría se perdería con mucha facilidad. Otro bloque, podría ser el de las izquierdas, constituído por el PRD, Partido del Trabajo y Movimiento Ciudadano, que sumaría 135 diputados. Muy lejos de alcanzar la mayoría simple. Ni siquiera aliándose con el PAN lo lograrían, pues apenas sumarían 249. Les faltarían 2 diputados para lograr la mayoría simple, requerida para aprobar determinada propuesta. Al menos en temas ordinarios, los priístas y sus aliados llevarían ventaja, pues la suma de sus votos les bastarían para aprobar reformas o crear nuevas leyes. El PAN y los partidos de izquierda, ni juntos podrían lograrlo. Sin embargo, tratándose de reformas constitucionales, para las que se requieren la suma de las dos terceras partes de los 500 diputados, sumando el bloque del PRI y sus aliados, con los de el PAN, apenas sumarían 365 y les faltarían 10 más, para ello. Salvo el ausentismo. Así es que el único camino para que las reformas estructurales sean aprobadas, sería el de la conciliación de los intereses de todos los partidos políticos. Manlio Fabio Beltrones, líder de la fracción parlamentaria priísta en la Cámara de Diputados Federales, y Emilio Gamboa Patrón, líder de los priístas en la llamada Cámara alta, tendrán que demostrar que lo de “gobierno de coalición”, tan pregonado por ellos, si es factible llevarlo a la práctica y que no se trataba de simple “perico palo”. Esto podría representar el “reparto del pastel” entre todos los partidos políticos, o lograr consensos a base de cesiones y contracesiones. Por ejemplo, el PRI podría repartir o compartir posiciones en el gobierno federal, con el PVEM y el Panal. Incluso algunas con el PAN. Con el PRD, ni las migajas, dada la posición extremosa de los “pejistas”. Lo que es más factible de negociar, son los temas legislativos. El PRI y sus aliados podrían ofrecer el sumarse a propuestas de los legisladores de izquierda o del PAN, a cambio de lograr consensos para reformas constitucionales. Sería algo así como “dando, y dando”. Esto, que no será ni cómodo, ni sencillo, se vivirá al menos durante los tres primeros años de la próxima administración federal. Si el PRI y sus aliados logran reposicionarse, podrían lograr mayoría absoluta en los comicios federales del 2015. Sin embargo, las cosas no están muy claras. Si bien es cierto que el PRI y sus aliados presentan mejores condiciones, tanto en lo interno, como coaligados, falta mucho para que realmente puedan presumir de unidad. El haber perdido la Presidencia de la República en el 2000, causó estragos en el priísmo a nivel nacional. Ahora que es casi inminente su retorno, los proyectos priístas y peñistas podrían abortar, si les gana la avaricia. Sobre todo si sacan a relucir sus viejas mañas. Las prespectivas no son nada alentadoras para los mexicanos, que en los próximos seis años seguirán sometidos por la partidocracia. gil_lavenants@hotmail.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario