sábado, 29 de septiembre de 2012

Hemos perdido credibilidad

Por Teresa Gurza
Eso dijo este jueves 27 la Iglesia Católica chilena en una carta pastoral en la que reconoce “hemos perdido credibilidad por nuestros propios delitos".
Y es que en Chile como practicamente en todo el mundo, han sido escandalosos los abusos sexuales cometidos por sacerdotes contra menores y jóvenes; casi siempre con la complicidad de sus superiores jerárquicos, quienes a pesar de haber estado enterados de los crímenes, protegieron a los clérigos haciéndose de la vista gorda y cuando más, cambiándolos de parroquia. Uno de los ejemplos al respecto, fueron los abusos y violaciones que el padre Fernando Karadima cometió impunemente y durante décadas contra niños y muchachos de familias adineradas de Santiago. Traumados y cansados de los abusos sexuales, que persistieron a pesar de que algunos de ellos estaban ya casados, cinco de las víctimas lo denunciaron primero ante el cardenal arzobispo de Santiago, Francisco Javier Errázuriz y luego ante otros clérigos. Pero no obtuvieron respuesta. El cardenal, ni siquiera envió a Roma los documentos con la denuncia; y otras autoridades eclesiásticas incluso los amenazaron veladamente; por lo que se decidieron a hacer pública la siuación en uno de los programas más vistos de la televisiòn chilena. Tras el programa y luego de pedir perdón por su actuación frente a los crímenes de Karadima, lo que coincidió con haber llegado a la edad de la jubilación, Errázuriz fue retirado; supliéndolo como arzobispo de Santiago, monseñor Ricardo Ezzati; quien fue quien leyó este jueves la Carta Pastoral, en la que los obispos reiteran: "con la más profunda verdad, nuestra petición de perdón a quienes hemos ofendido". Teniendo en cuenta estos y otros antecedentes; y el hecho de que en Chile la jerarquía católica es tan influyente que hasta hace cuatro o cinco años no había divorcio legal y el aborto aún está penalizado; y que los obispos se meten en todo y dan su opinión casi cada noche en los noticieros, una carta pastoral redactada en esos términos tiene gran importancia. Porque manifiestan, la necesidad de "revisar" distintos aspectos de su actividad; advirtiendo que son ellos, los religiosos, “los primeros que debemos ser evangelizados”. Evangelización que dicen, debe partir por la revisión de sus comportamientos personales y las estructuras de la Iglesia; lo que va, desde el modo de ejercer el sacerdocio y el lugar que se ha otorgado a los laicos y en especial a la mujer, hasta los sistemas educativos, "para estar conscientes de cuales son los valores que estamos trasmitiendo". Esta es la primera Carta Pastoral del Comité episcopal chileno desde el año 2007; consta de 63 páginas que lleva como título "Humanizar y compartir con equidad el desarrollo de Chile". Porque los obispos no se quedan en cuestionarse a sí mismos y en la crítica interna, sino que condenan también las “escandalosas” desigualdades sociales que persisten en Chile; indicando que son “muchos los que trabajan y, sin embargo, son pobres y eso ha afectado el fondo de la vida familiar". Precisan que Chile ha sido uno de los países donde se ha aplicado con mayor rigidez y ortodoxia un modelo de desarrollo excesivamente centrado en los aspectos económicos y en el lucro, sin poner atención a sus consecuentes tensiones y desigualdades escandalosas entre ricos y pobres. Lucro del que por cierto, la Iglesia Católica se beneficia; porque es dueña de muchísimos colegios y de las principales universidades. Sin embargo, los obispos consideran ahora que las manifestaciones que han hecho los trabajadores y principalmente los jóvenes contra el gobierno, "son justas"; pero advierten que sin adecuados canales de expresión, participación y pronta solución, pueden poner en peligro la gobernabilidad. Y agregan que la desigualdad “es particularmente inmoral e inicua cuando los más pobres, aunque tengan trabajo, no reciben salarios que les permitan vivir y mantener dignamente a sus familias".

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