domingo, 9 de noviembre de 2014

Expediente Político: La expiación

Por Alfredo Calva
Con la captura de los esposos Abarca Pineda, el presidente Enrique Peña Nieto y sus cercanos, vislumbran la posibilidad de utilizar esta acción en su favor, convirtiendo su obligación y responsabilidad en un acto de expiación de culpas, trasladando estas hacia las figuras del gobernador con licencia Ángel Aguirre, y  la del alcalde de Iguala con anuencia, José Luis Abarca y su esposa,  María de los Ángeles Pineda.



El mandatario busca a toda costa a través de su Procurador General de la Republica, Jesús Murillo Karam, y del secretario de gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, inducir la opinión de los ciudadanos y principalmente la de los padres de los 43 jóvenes desaparecidos, a creer que los únicos responsables de éste crimen de lesa humanidad, es de Luis Abarca, María de los Ángeles Pineda y Ángel Aguirre.


La desesperación presidencial es evidente, elocuente resulta y lo resalta en sus discursos en cada evento al que acude Peña Nieto, no puede admitir lo que los padres de los jóvenes normalistas le espetaron en la cara el día de su reunión en los Pinos el pasado 29 de octubre, donde lo culparon y lo hicieron cómplice de esta barbarie cometida por elementos de la policía de Iguala y Cocula, con sus socios, los sicarios de la banda delictiva denominada, Guerreros Unidos.


Las detenciones de los presuntos, de acuerdo a la PGR, autores intelectuales, Abarca y Pineda, y algunos de los materiales, Patricio Reyes Landa ¨El Pato¨, Jonathan Osorio ¨El Jona¨ y Agustín García Reyes ¨¨El Chereje¨, presuntos sicarios bajo las órdenes de Gildardo López Astudiilo (prófugo), lugarteniente del jefe de Guerreros Unidos, Sindronio Casarrubias Salgado, no los exime de los actos de omisión, indolencia y colusión en los que incurrieron el presidente y sus funcionarios.


No se debe permitir que Peña Nieto y su gabinete de seguridad se laven las manos en este crimen de lesa humanidad, no se les puede permitir que actúen como ¨Poncio Pilatos¨, lavándose las manos y lanzando la culpa a Aguirre, Abarca y Pineda, ellos también tienen la sangre de los normalistas, no se la pueden quitar con un simple lavatorio de manos, tienen que pagar sus errores, la no permisividad de impunidad para nadie, pregonada por el presidente, debe de iniciar con los funcionarios de su gabinete.


No más imposturas…


No puede permitirse que Peña Nieto y subordinados, realicen expiación de culpas….


A Los padres de los jóvenes desaparecidos se les debe una justicia plena y total……

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