viernes, 5 de mayo de 2017

Niñas-Madres y Abuelas-Madres

Por Teresa Gurza
Mientras vemos pasmados los saldos del crimen y las consecuencias de no haber enfrentado al inicio y con decisión las “ordeñas” de gasolina, se acerca el Día de las Madres con su publicidad chantajista y machacona, que ordena demostrar el amor con licuadoras, ollas exprés o celulares.


De niña me encantaba ese día por los trabajos manuales que hacíamos para nuestras mamás.

Pero de joven recién casada me chocaba, porque no faltaban los metiches que preguntaban: ¿Y ustedes, para cuándo encargan?
Hasta que tras dos o tres años suspirando por hijos, me di cuenta que era felicísima sin ellos; y ahora me dan compasión casi todas las madres que conozco, porque perdieron para siempre su libertad con preocupaciones maternales que trascienden edades y situaciones.
Y es que como dice mi hermano Manuel, que es muy sabio, puede haber exnovios y exmaridos, pero no exhijos.

Hoy me parece que no querer tener hijos, para tristeza de madres y suegras que anhelaban ser abuelas, es una opción válida; que por las buenas o por las malas, ha sido tomada siempre; como se ve en millones de mujeres que siguen régimen anticonceptivo, o las que abortan.

Leí en la revista Nexos de este abril, una lista tomada de HARPER’S de febrero, de los horrores que había que hacer para abortar, cuando los procedimientos clínicos eran ilegales o inasequibles:
Beber sosa caustica; tomar té de boñiga; ponerse enemas de ajenjo o chiles picantes; colocarse una sanguijuela; insertarse un gancho de ropa o un rayo de bicicleta; soplarse aire con una jeringa de inyectar pavos; acuclillarse sobre una cacerola con cebollas hirviendo; arrancarse un diente; aplastarse el abdomen; pegarse en la panza con un machacador de carne o un bate de béisbol; saltar del techo…

Según el INEGI, 340 mil adolescentes mexicanas son embarazadas cada año.

Y como los datos indican que el 33 por ciento de las mexicanas entre 15 y 17 años tuvo relaciones sexuales sin protección, podemos concluir que, como en muchas otras cosas, hemos fallado en proporcionar educación sexual a niñas y jóvenes.

Lo que en mucho se debe, a que aún hay quien se opone para “no quitarles la inocencia”.

Seguramente prefieren se las quite el novio o algún depredador; como les ocurre a cada vez más niñas de 11, 12 y 13 años, según afirma el Secretario de Salud de la Ciudad de México, Armando Ahmed.

“Nuestro reto, dijo, es educarlas en salud sexual y reproductiva para que se cuiden y eviten embarazos no deseados y enfermedades de transmisión sexual”.

Como contraste con estas niñas-madres, hay mujeres con edad de ser abuelas, que para tener hijos recurren a inseminación.

El INEGI precisa que de los dos millones 300 mil nacimientos registrados en México en 2015, 590 fueron de madres mayores de 50 años.

Una de ellas quiso a los 58, complacer a su nueva pareja y fue inseminada en una clínica particular; pero por complicaciones, recurrió al Hospital General del IMSS en Culiacán, y tuvo gemelos.

Al respecto el doctor Francisco Ibargüengoitia, del Instituto Nacional de Perinatología, lamentó que México carezca de una ley de reproducción asistida, “porque evitaría que cualquier mujer de la tercera edad y con dinero, se fertilizara en clínicas privadas y procreara en condiciones de alto riesgo”.

No sólo en México hay mujeres que quieren hijos a edades avanzadas.

El diario El País informó que en España, la legislación no establece edades máximas para esos procesos; pero la Comisión Nacional de Reproducción Humana Asistida recomienda no aceptar mayores de 50.

Pero, dos españolas fueron inseminadas y madres a los 67 y 64 años.

En el primer caso, la anciana murió cuatro años después, dejando huérfanos a sus mellizos; en el segundo, la autoridad recogió a una niña de tres años y a sus hermanos de cuatro semanas de edad, por estar mal atendidos.


Es general la idea de que embarazarse después de los 40, es riesgoso para madres y bebés y que los riesgos crecen con cada año; pero no todos los médicos están en contra de ser madres en la vejez.

El País reporta que el doctor David Marina, responsable del Instituto Cefer de Barcelona, defiende estas prácticas porque “poner límites a la ciencia es absurdo"

Y como actualmente en todos los países las jóvenes están retrasando la maternidad, ese diario pide precisar dónde debe situarse el límite entre la libertad de las mujeres, y los derechos y necesidades de la parte que no puede decidir: los niños.

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